jueves, 28 de octubre de 2021

"El lenguaje de las piedras" de Nilda Alaimo

Esa tarde de sábado ,

Esa tarde de sábado triste,

fui a la plaza,

Si, a la plaza de las piedras.

Esas piedras grises,

de cuarzo, de basalto, de granito,

duras, resistentes, potentes…

que tienen y liberan energía.

No son solo piedras .

Albergan sentimientos,

Añoran recuerdos…

Piden respeto,

Lloran amor.

Son “ piedras vivas”.

Representan vidas que se fueron.

No son sólo piedras,

Son tumbas,

Son un santuario

Que abraza a quienes lloran,

Reflejos de soledad, de tristeza

Albergan una herida abierta.

Ese sábado,

Ese aciago sábado,

Fui testigo de la profanación

De quienes,

con actitud violenta, irracional,

mancillaron la memoria…

hirieron sentimientos,

pisotearon almas,

en una actitud nefasta,

cobarde, irracional .

¡Esas piedras hablan!

¡Esas piedras lloran!


Nilda Alaimo 25/10/21







 

jueves, 21 de octubre de 2021

 



"La ruptura" de Elena Poniatowska (Fragmento) 

 Ella sintió que las palabras aleteaban en el cuarto antes de que él las dijera. Con una mano se alisó el cabello, con la otra pretendió aquietar los latidos de su corazón. De todos modos, había que preparar la cena, hacer cuentas. Pero las palabras iban de un lado a otro revoloteando en el aire (sin posarse) como mariposas negras, rozándole los oídos. Sacó el cuaderno de cocina y un lápiz; la punta era tan afilada que al escribir rompió la hoja, eso le dolió. Las paredes del cuarto se estrechaban en torno a ella y hasta el ojo gris de la ventana parecía observarla con su mirada irónica. Y el saco de Juan, colgado de la percha, tenia el aspecto de un fantasma amenazante. ¿Dónde habría otro lápiz? En su bolsa estaba uno, suave y cálido. Apuntó: gas $18.00; leche $2.50; pan $1,25; calabacitas $0.80. El lápiz se derretía tierno sobre los renglones escolares, casi como un bálsamo. ¿Qué darle ole cenar? Si por lo menos hubiera pollo; ¡le gustaba tanto! Pero no, abriría una lata de jamón endiablado. Por amor de Dios, que el cuarto no fuera a oler a gas. 
 Juan seguía fumando boca arriba sobre la cama. El humo de su cigarro subía, perdiéndose entre sus cabellos negros y azules.




jueves, 7 de octubre de 2021

 

"Festival en Mar del Plata" de Norma Tozzi

 Cuando me avisaron que regresaban del Festival de Cine marplatense, fui a buscarlos al Aeroparque con mi camioneta, y de allí, partimos directo a mi chacra de Chascomús. Arribamos con una hermosa y soleada mañana de marzo.

Nos esperaban las habitaciones con sus mejores galas, como yo había dispuesto de antemano, y había ramos naturales en cada rincón de la casa. El aire tibio entraba por las ventanas y las cortinas de algodón ponían la nota hogareña.

Apenas llegamos, Antonio se ofreció para encender el fuego y ayudar con el asado, Ángela demostró interés en acondicionar las diversas ensaladas en las bellas piezas de Talavera, y a Penélope le tocó la tarea de disponer la vajilla en la mesa del patio entoldado, cercano a la piscina.

Leticia, Lito y Ricardo serían los anfitriones, ya que eran amigos comunes míos y de ellos.

Luego del almuerzo, nadie quiso ir a descansar. Prefirieron tomar el café al borde de la piscina, con los dulces criollos hechos por Dominga, para más tarde darse un chapuzón.

Discurrió la velada entre anécdotas, risas y momentos de nostalgia.

Pasaron dos días. Al tercero, Antonio Banderas, Ángela Molina y Penélope Cruz, partieron hacia Ezeiza para abordar el vuelo de Iberia. Los acompañaron Leticia Brédice, Lito Cruz y Ricardo Darín en sus lujosos coches.

¡Fueron días realmente inolvidables! Pero cuando partieron, como ocurre siempre que uno fue feliz, quedó en la casona una leve sensación de vacío…

Mi marido, no sé en qué momento, sacudiendo mi brazo me dijo amorosamente – ¿con quién soñabas, que primero sonreías y luego parecías angustiada? Y te quería preguntar ¿quién dejó en la cocina una caja de alfajores de Mar del Plata?





jueves, 23 de septiembre de 2021


"Cine prado" de Elena Poniatowska (Fragmento)

   Señorita: 
  A partir de hoy, usted debe borrar mi nombre de la lista de sus admiradores. Tal vez debiera ocultarle  esta deserción. Pero callándome, iría en contra de una integridad personal que jamás ha eludido los compromisos de la verdad. Al apartarme de usted, sigo un profundo viraje de mi espíritu, que se resuelve en el propósito final de no volver a contactarme entre los espectadores de una película suya. 
  Esta tarde, más bien esta noche, me destruyó usted. Ignoro si le importa saberlo, pero soy un hombre hecho  pedazos ¿Se da cuenta usted? Soy un hombre que depende de una sombra engañosa, un hombre que persiguió su imagen en la pantalla de todos los cines de estreno y de barrio, un crítico enamorado que justificó sus peores actuaciones morales y que ahora jura separarse para siempre de usted, aunque el simple anuncio de Fruto prohibido haga vacilar su decisión...   








 

jueves, 16 de septiembre de 2021

 


"Felicidad clandestina" de Clarice Lispector (Fragmento)


 Ella era gorda, baja, pecosa y de pelo excesivamente crespo, medio amarillento. Tenía un busto enorme, mientras que todas nosotras todavía eramos chatas. Como si no fuese suficiente, por encima del pecho se llenaba de caramelos los dos bolsillos de la blusa. Pero poseía lo que a cualquier niña devoradora de historietas le habría gustado tener: un padre dueño de una librería. No lo aprovechaba mucho. Y nosotras todavía menos: incluso para los cumpleaños, en vez de un librito barato por lo menos, nos entregaba una postal de la tienda del padre. Encima siempre era un paisaje de Recife, la ciudad donde vivíamos, con sus puentes más que vistos. Detrás escribía con letra elaboradísima palabras como "fecha natalicio" y "recuerdos". Pero qué talento tenía para la crueldad. Mientras haciendo barullo chupaba caramelos, toda ella era pura venganza. Cómo nos debía odiar esa niña a nosotras, que éramos imperdonablemente monas, altas, de cabello libre. Conmigo ejerció su sadismo con una serena ferocidad. En mi ansiedad por leer, yo no me daba cuenta de las humillaciones que me imponía: seguía pidiéndole prestados los libros que a ella no le interesaban. Hasta que le llegó el día magno de empezar a infligirme una tortura china. Como al pasar, me informó que tenía Las travesuras de Naricita, de Monteiro Lobato.







jueves, 9 de septiembre de 2021


"La sed" de Hernán Arias



"Nada tan complejo como narrar la historia de una mirada cuando el mundo parece recién creado. En La sed, el ojo del narrador extrae del paisaje un retrato asombroso de la infancia: la vida adulta como infierno nómada; la pampa, la familia, el alcohol y el ritual de la caza como instantes de peligro que desafían la inocencia. La prosa de Hernán Arias es milagrosa porque articula la forma más misteriosa de la temporalidad -el recuerdo-, en un continuo de horas y días indivisibles. ¿Por qué llevar la memoria tan lejos, a un límite tan parecido a la muerte? Para que suceda la infancia. En ese plano semejante a un espejismo, algo extraordinario y mínimo siempre está por ocurrir en la pampa.
 Pocos escritores pueden dominar la infancia desde una nostalgia cerrada, sin arruinar su enigma. Por suerte Hernán Arias es una de las excepciones y da cuenta de eso en una primera novela que, si invirtiéramos los tiempos de la vida, podría ser el resultado de años futuros de escritura."

Oliverio Coelho



 

miércoles, 1 de septiembre de 2021


"Volver a los 15" de Matilde Robustelli 

Los primeros tiempos fueron terribles: lo hablaba todas las semanas con mi terapeuta, lo analizaba en mis ratos a solas, había momentos en los que creía no poder salir de esa red de elucubraciones negativas que me tenía atrapada…Rogaba que se cerrara esa herida y pudiera resurgir.
Era inevitable volver siempre a mi fiesta de 15, tan soñada, tan esperada, planeada hasta los mínimos detalles. Mis padres no escatimaron recursos materiales, ni horas destinadas a la realización del evento. Todo fue perfecto. Mis amigos estaban felices al igual que todos los invitados; los regalos: increíbles. Al amanecer, nadie quería irse. Sentía que algo indescriptible recorría mi cuerpo, con un dejo de absoluta felicidad.
Al otro día, todavía emocionada, volé con mi madrina a Nueva York, era su regalo y lo habíamos planeado minuciosamente. Pasamos días increíbles, recorriendo barrios, comprando ropa y recuerdos, vivenciando otro estilo de vida. ¡Cómo lo disfrutamos! Pero, nunca olvidaré la noche previa al regreso.
Salí de ducharme y prontamente vi el rostro demudado de mi madrina, reconocí al instante que algo la preocupaba. Enseguida me dijo: Sentate, tengo que decirte algo. Ansiosa, espeté: Decime, decime.
-Tus papás tuvieron un accidente…
-Accidente? Dónde? Cuándo? Están internados? Pero si hablé con mamá ayer?
-Recién habló tu tía Marisa, se escuchaba mal, más tarde cuando regresemos de cenar nos llamará.
-Ok, agregué.
En la cena hablamos de temas triviales, pero mi percepción me decía que mi madrina sabía algo más. No quería mirar mi celular, por las dudas.
Todo lo que siguió después prefiero pasarlo por alto…
Han transcurrido diez años, tengo 25, fui elaborando el dolor, soy una mujer bien plantada, con muchos proyectos. Amo mi carrera.
Mis tíos Marisa y Nicolás me dieron mucho amor…
Todo quedó atrás, a pesar de la cruel verdad de lo que sucedía entre mis amados padres….
Creo en el amor y estoy decidida a ser feliz.





 

miércoles, 18 de agosto de 2021

 


"Prudencia" de Nilda Alaimo


  Prudencia ayuda a su madre en los quehaceres de la casa. Barre el cordón de la vereda . Sabe a caldo desgrasado, a café descafeinado, a gelatina sin sabor. Se lava los dientes cuidadosamente, Se pone crema todas las noches. Tiene las uñas limpias, el escritorio donde hace sus tareas diarias ordenado.     Cumple rigurosamente con lo que la maestra le indica. Acomoda su ropa prolijamente en el ropero, pone sus medias en bolsitas y las guarda en el tercer cajón, las bufandas en el cuarto. Pero…¿dónde guarda sus sueños?
  Cocina para los amigos de sus hermanos cuando van a jugar al football los fines de semana, hace postres ricos para agasajarlos, los atiende efusivamente tratando de complacerlos. Es sentimental, tiene alma novelesca, sueña con amor y compañía.
  Pero…hay una sensación indefinida que ella tiene cada vez que los ve, una sensación que no puede precisar, que le eriza el cuerpo, que a veces no lo puede disimular cuando se siente mirada y…ella…se sonroja.
  Una sensación que le corre por todo el cuerpo y le afloja las piernas, le nubla un tanto la vista cuando alguno de ellos se le acerca y sin querer la roza.
  Lo que ocurre es que, a pesar de todos sus desvelos, a pesar de sus esfuerzos por llamar quietamente la atención, por servirles lo que más les gusta para que la aprueben, no consigue que la valoren, que valoren sus virtudes, su abnegación, su sensatez, su discreción, porque es…¡irremediablemente fea!
  Por ello guarda sus sueños y deseos incumplidos… en el primer cajón de la cómoda.







 


"Estrellas amarillas" de Irene Gitelman


  Corría el año 1940, en Varsovia, Polonia. Dorita, de ocho años, hija de Manuel y Frida; vive en una época de encierro, de limitaciones.
 No sabe porque su madre cosió estrellas amarillas en todos los abrigos.
 No sabe porque les falta comida y no puede ir al colegio o hablar fuerte en su propia casa. Ya no tocan más el piano, ni sus hermanos el violín ni cantan.
 Siempre tuvieron lo que les gustaba: un piso muy lindo, grande, cada uno en una coqueta habitación, libros, juguetes y dulces.
  Su padre era profesor de la Universidad local y su madre concertista.
  Recuerda las cenas del shabbat, la mesa con el hermoso mantel bordado, la vajilla reluciente y el calor de las velas del candelabro, el rezo, los cantos y luego la exquisita comida hecha por su madre y abuela.
  Ahora solo escucha hablar de guerras, de gente que se iba y que a lo mejor ellos también
abandonarían el hogar, esperaban ayuda de unos amigos de América y la posibilidad de escapar. Tenían preparado un refugio para esconderse, alertas de las frenadas de vehículos en medio de la noche.
  Los días transcurrían parecidos pero cada vez escaseaba más la comida, les cortaron la luz y la leña. Era ya el invierno muy duro. Empezaba a nevar, cuanto deseo de salir al jardín a jugar
con la nieve.
 Todas las noches se dormía aferrada a su pequeña muñeca, tapándose los oídos para no escuchar los disparos.
 Ese último día, tocaron fuertemente a la puerta, casi la derriban y entraron cuatro personas muy feas con cascos, armas, gritando en un idioma que no entendía, rompiendo las cosas y preguntando por su papá. Manuel, con dignidad se vistió, colocó sus anteojos de carey, los abrazo uno a uno y le dijo a su oído, susurrando, espérame voy a volver, lo tomaron del brazo y lo arrastraron y golpearon, se lo llevaron. Mamá y mis hermanos mayores lloraban desconsoladamente y yo me uní a ellos.
 No tenía idea que vendría después. Pero a la semana vinieron por todos nosotros, nos subieron a un camión y nos llevaron al tren….
  Hoy a los ochenta y ocho años, recuerdo aun, con mucho dolor el padecimiento que sufrimos.
 Soy la única sobreviviente de la familia, la vida me compensó, pude estudiar, tener esperanzas, y ahora cuando les relato a mis nietos la historia, revivo las terribles imágenes que soporte.













miércoles, 11 de agosto de 2021

 


"Las malas" de Camila Sosa Villada



 Cuando llegó a Córdoba capital para estudiar en la universidad. Camila Sosa Villada fue una noche, muerta de miedo, a espiar a las travestir del Parque Sarmiento y encontró su primer lugar de pertenencia en el mundo. Las malas es un rito de iniciación, un cuento de hadas y de terror, un retrato de grupo, un manifiesto explosivo, una visita guiada a la imaginación de su autora y una crónica distinta de todas. En su ADN convergen las dos facetas trans que más repelen y aterran a la buena sociedad: la furia travesti y la fiesta de ser travesti. En su voz literaria conviven Marguerite Duras, Wislawa Szymborska y Carson McCullers, con tonada cordobesa. Las malas es esa clase de libro que, en cuanto terminamos de leer, queremos que lo lea el mundo entero. 


Fragmento extraído del prólogo escrito por Juan Forn.




miércoles, 23 de junio de 2021

 


"La promesa" por Irene Gitelman

    Parten de un pueblo del interior de Argelia, son dos amigos: Gerard, descendiente de un diplomático francés y Salim, hijo de un profesor musulmán. Las típicas ropas y turbantes no  ocultan los rostros diferentes.

    Hicieron una promesa hace varios años, llegar a la basílica menor de Notre Dame D’ Afrique, en Argel, la capital del país.

    Debían atravesar parte del desierto del Sahara, para lo cual se unieron a una gran caravana de camellos, que llevaba muchas mercancías de valor.

    El viaje de aproximadamente de diez días, era dificultoso, pero ambos, jóvenes y llenos de entusiasmo lo emprenderían.

    A medida que avanzaban, se presentaba un infinito mar de arena ardiente y pensaban que era imposible evitar penurias y obstáculos.

    Cada noche armaban carpas, se alimentaban, el humo de las fogatas jugaba dándose formas que se perdían en lo alto para atrapar las estrellas, muy luminosas, las risas del grupo eran transportadas por la brisa.

    Los días se sucedían cada vez más cálidos y el sol como lenguas de fuego, que al abrazarlos , los ponía más sudorosos y sedientos.

¡Qué notable contraste el  cambio del clima en el desierto!

    Faltaba poco para llegar a destino, cuando fueron asaltados por integrantes de una tribu nómade, hubo disparos y heridos, ellos fueron tomados prisioneros, se sintieron vulnerables, qué les depararía el destino.

    Llevados ante el jeque, pudieron comunicarse parte en francés y parte en  la lengua del lugar, aclarado la causa del viaje, fueron liberados y continuaron solos, en ambos camellos.

    Un día después ya divisan la ciudad, sobre un acantilado que da a la bahía de Argel ,se erguía la basílica, esta de origen neobizantino.

    Lugar muy visitado por peregrinos, por tal motivo en el ábside se lee una inscripción: Nuestra Señora de África ruega por nosotros y por los musulmanes.

    Habían cumplido la promesa y penetraron en ella a orar por La Paz de sus pueblos.






jueves, 17 de junio de 2021

 


"El río" de Mirta

    Me gusta subir al auto, y dirigirme hacia la costa del rio, allí estacionar y poner mi música favorita en el celular.

    Comienzo a dejar en libertar mi imaginación, y a la vez observo el agua en calma, golpear suavemente sobre la orilla.

    Generalmente esto lo hago de mañana muy temprano, la bruma cubre toda la extensión hasta lo más profundo, comenzando en la costa hasta perderse en el infinito.

    Entonces pienso en las historias que muchas veces  abran inspirado este panorama, el rio, la bruma, la costa y el horizonte que solo encontrará su límite al tocar la otra orilla  a muchos kilómetros de aquí.

    Por este lugar seguramente desfilaron variados personajes, pescadores, enamorados, niños, familias, todas vidas distintas y a la vez, variadas esperanzas y sueños suspendidos en el tiempo.

    Recuerdo cuando era pequeña, los domingos veníamos en familia a pasear por la ribera del rio, una fiesta para todos.

    Tengo presente, que siendo ya adolescente pensaba en otras cosas, ya no solo chapotear en la orilla, sino subir a una embarcación y comenzar a navegar sin un destino fijo, a cualquier sitio y descubrir nuevos lugares, nuevas costumbres y aprender el idioma de cada región, su forma de vida según sus posibilidades, su clima y lo que la generosa naturaleza le brindara a cada uno de ellos. Acuden a mi memoria lo estudiado sobre los colonizadores que vinieron a estas tierras, desde grandes distancias rumbo a lo desconocido, de tierras muy lejanas y así construyendo nuestra historia y la de miles de pueblos de América.

    El río nunca supo de desperdicios, en él se desarrollaron numerosas vidas, en él navegaron ilusiones, economías, ambiciones de conquista.

    En sus orillas aguardaban los indígenas con sus lanzas, sus mitos y creencias, muchas veces fueron colonizados y otras, salvajemente asesinados sin piedad.

    Ahora vuelvo a la realidad, la música sigue acompañándome desde mi celular, ya la bruma se disipó, el río una vez más brilla en todo su esplendor, miro a lo lejos y me digo a mi mismo, otro día volveremos y seguiremos hilvanando distintas historias a través de la mente.

    Mientras el río sigue golpeando sobre la orilla guardando en su cauce los viejos recuerdos de sus orígenes.







miércoles, 2 de junio de 2021



 

"La inefable narradora" de Matilde Robustelli

 

    Cuando era niña, en las tardes cortas y frías del invierno pampeano, compartía horas con mis abuelos maternos mientras mis padres, maestros, estaban en la escuela.

    Al calor de la cocina de leña, hacía mis tareas pero a la hora de la merienda, ya estaba lista para disfrutar de las historias de mi abuela Matilde, no me las quería perder, salvo los fines de semana que disfrutaba con amigos de juegos y encuentros en casa o en el parque.

    Me encantaba escuchar sus relatos acompañados con ese gracejo tan típico, tan andaluz, tan gracioso. Le pedía que me tradujera constantemente y de a poco me iba apropiando de esos vocablos nacidos al amparo de la multiculturalidad de su tierra fantástica, tan árabe, tan gitana. Sus relatos se ambientaban en Ronda, en Cádiz, en Málaga, en Sevilla, en los pueblos blancos, en la chispeante Jerez de la Frontera. Todo ese mundo de campesinos, que tras sus labores en el campo, generoso de frutos, se reunían a cantar y a compartir charlas impregnadas de historias trágicas de toros, de amores contrariados, de injusticias de los poderosos, de los dueños de los cortijos, del cura del lugar, las fiestas religiosas, las historias de Alfonso XIII.

    Si había algo que humedecía sus ojos era hablar de la emigración, del momento en que fue imperioso dejar su tierra. De la llegada a América, primero a Brasil y luego definitivamente a Argentina y un peregrinar entre Santa Fe y La Pampa, su tierra de elección y de liberación, adónde viajó con sus dos pequeños hijos contratada para trabajar en una estancia, tan parecida a la Dehesa de su infancia y adolescencia. Allí encontró el amor, se sintió plena, pese a los sacrificios y a la vida dura. Mi abuelo, vivió enamorado de ella como el primer día y ella sintió protección y amparo.

    Nacieron tres hijos, entre ellos mi mamá.

    Al crecer, noté que las historias españolas, llegaban hasta un tiempo, así como las historias argentinas cubrían la niñez , adolescencia y juventud de mi madre y tíos. Siempre quise a mis cuatro tíos por igual, es más, mi tío español fue mi padrino y un consentidor de aquellos.

    Con la adolescencia, me llené de actividades y responsabilidades hogareñas y en el colegio. De todos modos cada semana encontraba un hueco para ir a merendar con la abuela y disfrutar de sus graciosas narraciones, me parecía que iban creciendo en personajes y sucesos costumbristas aunque también comenzó a incursionar en lecturas argentinas e hispanoamericanas, le apasionaba leer el diario y hablar de política. Estuvo muy feliz cuando elegí la carrera de Letras aunque significara en cierto modo poner 600 kilómetros de por medio y disfrutar de meriendas literarias de cuando en cuando, cuando los feriados largos lo posibilitaban.

    Así pasaron muchos años de encuentros breves, la vida me ubicó en otros lugares, nos escribíamos cartas y hablábamos por teléfono hasta que sobrevino su muerte a los 90.

    Años más tarde, mi mamá me alcanzó una caja de recuerdos para que los tuviera, los atesoré pero no los abrí sino mucho tiempo después.

    Comencé a planear un viaje en el que recorrería Andalucía, no quería perderme de conocer su pueblo: Jerez de la Frontera. Encontré parientes que corroboraron muchos relatos y agregaron algunos elementos de color a las historias. Recorrí su Dehesa del Salto al cielo. Tan famosa que hasta figura como su lugar de nacimiento. Incorporé y corroboré datos, quedaron muchos interrogantes porque sus contemporáneos ya no vivían…

    Al regresar, abrí los recuerdos que me dejara mamá, amanecí leyendo todo, sacando conclusiones y en especial reconstruyendo su historia. Pude completar los períodos omitidos por ella y me enorgullecí de su lucha por ser feliz, lejos de los mandatos familiares, buscando ser, amar y vivir.



jueves, 27 de mayo de 2021

 

"SI NO FUERA YO" de Mónica

 

Que seria?

Un ave?

Una rosa?

Una abeja?

Un sentimiento en el aire…

Una voluntad que se anima…

Una certidumbre…

Un objeto trivial…

Una fantasía…

Que seria quizás yo?

Si no fuera yo






miércoles, 19 de mayo de 2021

 


"Con mochilas y bolsos" de Norma Tozzi

Andrés llegó del colegio a las seis de la tarde y sofocado, tiró mochila, campera y paraguas. Cuando partió al mediodía llovía a cántaros, pero luego, al salir el sol y como pasa en esta época, el clima se hizo insoportable.

    Asomándose a la escalera, llamó a su madre a los gritos – mamá, llegué, me muero de hambre, quiero la leche y pan con manteca.- Al finalizar la merienda, le susurró – sentate, quiero decirte una cosa- No sabía cómo empezar la conversación; finalmente le dijo - el próximo fin de semana queremos ir a pescar a Chascomús con dos compañeros-.

A cada negativa de su madre, le rogaba con distintos argumentos para lograr su aprobación.

    A la noche, cuando llegó el papá, tuvieron una larga charla y luego de mucho, lograron un consenso y le fue otorgado el permiso.

    Andrés tenía 17 años.

    El sábado a las 7 de la mañana, partieron rumbo a la Laguna cargando mochilas, la carpa, elementos de pesca y bolsos llenos de casas ricas que aportó cada familia.

-¿Llevan los documentos?-  -¿tienen plata suficiente?-  -¿los celulares cargados?-.

    Por la tarde, al no tener noticias de su arribo, las llamadas a los distintos celulares no pararon un segundo. Por tal motivo, los padres, enloquecidos, decidieron partir ese mismo día en el coche de uno de ellos rumbo al sur.

    Nada: fueron a la comisaría, al hospital, recorrieron calles y boliches, tampoco estaban en ningún camping. Nadie los había visto…

    Fueron dos días de angustia y dolor. La incertidumbre demolía a cada familia.

    El domingo a la tarde, tipo seis, aparecieron cabisbajos, como apaleados, sin dinero, sin comida y sin un solo pescado. ¿Qué pasó?

    Finalmente confesaron: no prendieron los celulares para que no siguieran su rastro.

“Se fueron con tres chicas non santas a una isla del Delta”.

     Por supuesto sabían lo que les esperaba, pero como dijeron después -¡lo pasamos bomba!-

    Lo ocurrido con posterioridad, es algo que quedó entre las cuatro paredes de cada casa.

 


 


miércoles, 12 de mayo de 2021

 


"Una idea" de Irene Gitelman

Volvió a su lugar natal, luego de haberse marchado a la guerra, 4 años atrás. Francisco participó y sufrió penurias y pérdidas en esas duras batallas en el otro continente.

Pero un recuerdo hermoso lo mantenía vivo, esperanzado con su antigua novia del colegio.

Tras un breve descanso se dirigió presuroso y alentado al parque del centro de su pueblo: sitio preferido de los encuentros juveniles y cita de los primeros amoríos.

Seguro estaría ella, Julia con sus amigas.

En un banco frente a los juegos, la hallo; observando las piruetas de un pequeño niño, rubio de cerca de tres años, que retozaba alegremente.

Francisco pensó: ¿sería ella?,¿Cuándo formó pareja? ¿ quien sería el padre?.

Recordó entonces de otro joven mayor que ellos, abogado y de mejor pasar, Alfredo: hijo del principal empresario de la ciudad.

Lentamente se increpo y fue calculando el tiempo perdido que la había soñado, ahora todo se derrumbaba, no más ilusiones. Tomó una larga vara y se montó en su bicicleta, mientras recorría las calles , golpeaba con fuerza todas las verjas hasta que se estrelló contra el paredón de la iglesia; solo unos simples moretones y rumbeo a su casa.

Más calmado y luego de una reconfortante taza de chocolate, bien caliente, se puso a meditar ¿Cómo haría para hacer fracasar a Alfredo?.

Entonces se le ocurrió organizar un mal negocio que lo involucrara y así perdería su empleo y fama.

Subió a su habitación en el altillo y en su vieja cama se recostó, mirando las lejanas montañas ya nevadas. El espejo le devolvió una cínica sonrisa dibujada en su rostro.





domingo, 25 de abril de 2021

 


Una lectura lúcida por Matilde Robustelli

JUAN JOSÉ SAER   (SANTA FE 1937- PARÍS 2005) 

     Según Martín Kohan “el escritor más relevante de Argentina después de Borges” y según Beatriz Sarlo “el mejor escritor argentino de la segunda mitad del siglo XX. Estudió Letras en la Universidad Nacional del Litoral junto a la que fue su primera esposa: Biby Castellaro y ambos abrazaron la docencia, la que luego continuaron en París.

    Junto con Onetti, evidencian la influencia de William Faulkner (Tomatis). Toma del norteamericano la prosa trabajada con oraciones largas y el trabajo con los puntos de vista, combinándolo con detalladas descripciones de los espacios y la acción narrativa.

    UNIDAD DE LUGAR (1967) considerado como un texto de madurez dedicado a Biby Castellaro, trabaja la estrategia del espacio único, acotado a la vivienda y con algunas evocaciones de otros espacios transitados por familiares, pensados desde un sillón .Los personajes ante la imposibilidad de abarcar la realidad, recurren a la introspección, rellenando los vacíos con ficción.

SOMBRAS SOBRE UN VIDRIO ESMERILADO

    Primer cuento del libro mencionado. Aparece la voz de la poeta Adelina Flores, mujer de cincuenta y seis años, la que utiliza el discurrir de la conciencia para acercar al lector a sus reflexiones sobre la vida y el tiempo. La voz de Adelina es un espacio narrativo en donde se cuestiona la unidad de tiempo perdiendo validez el recuerdo como categoría porque el recuerdo surge en un presente destinado a convertirse también en recuerdo.

    Al dudar de la temporalidad y del espacio, el personaje sitúa su relato desde su sillón de Viena, herencia de su madre para intentar establecer su propia unidad de lugar. En el esfuerzo por darle sentido, la vida se convierte en literatura. Este personaje, como unidad corporal, se encuentra fragmentado al haber sufrido la amputación de uno de sus senos, esto ubica la unidad en un espacio confuso y equívoco. Es una mujer virgen de avanzada edad, ha vivido muy poco, sólo le queda superar su desconocimiento del mundo. Se pasea en un pasado y un presente en el que aparecen su hermana Susana, su cuñado Leopoldo, éste representa la sexualidad que ella nunca conoció, que sólo la percibe como sombra diferenciada tras el cristal de la puerta del baño. Sólo llena los espacios de su vida, desde la escritura que le permite revisar su pasado ( conflictos familiares) y su presente en la casa de su hermana y cuñado. dado que no pudo desarrollarse dentro de la sociedad, sólo le resta construir su vida dentro de su discurso.

    Tomatis, un poeta que conoce Adelina en un encuentro cultural le dice: ¿No piensa que ud misma lo ha matado? ( a su seno) Ud me cae simpática, Adelina. Ud debe fornicar más, Adelina, sabe, romper la camisa de fuerza del soneto porque las formas heredadas son una especie de virginidad…

    El último párrafo del cuento se titula ENVÍO en el que se incluye una reflexión acerca del sinsentido de la vida: ”Odiamos la vida porque no puede vivirse…Pero lo que tiene un núcleo sólido….no puede morir” Adelina cuestiona la visión patriarcal de la realidad, considera que la única forma de aprehender la realidad es verla desde un “cristal esmerilado”(la literatura) por el cual se puede especular sobre lo que está detrás de él, el cuerpo de Leopoldo, duchándose. Es la única sensualidad a la que Adelina puede aferrarse, lo más cercano a la vida.

    Es posible apreciar una segunda voz narrativa, mediante los paréntesis, podría interpretarse como la voz de un narrador oculto en la corporalidad del discurso, ahí aparece el nombre del cuento.

    Adelina en su libertad narrativa, resiste hacia el final configurar una voz propia mediante la cual resiste la presencia inmaterial del padre autoritario e instaura la esperanza: “Me parece muy justo que mamá odiara la vida. Pero pienso que si quiso decírmelo antes de morirse no estaba tratando de hacerme una advertencia sino de pedirme una refutación…

 

Matilde Robustelli





martes, 5 de enero de 2021

 





Hoy escribe Gladys Veléz...
"Noche de reyes"
                        
  En el porche habíamos dejado comida y agua para los camellos. 
  Vivíamos en Azcuénaga 311. 
   Papá había cortado el césped. 
   Mamá nos ayudó a juntar el pasto e hicimos una montañita bastante alta como para que los camellos tuvieran suficiente alimento. En una palangana vieja de aluminio pusimos agua.
  Esa noche nos mandaron a dormir bastante temprano. Mamá nos recomendó dejar los zapatos cerca de la puerta del dormitorio. 
  Un trueno me despertó y sobresaltada me acurruqué.
   Néstor de un salto se metió en mi cama y me obligó a correrme, bien al borde; ahí quedé, haciéndole lugar. Él se tapa la cabeza con la sábana y yo hacia equilibrio para no caerme. 
  Los relámpagos iluminaban el cuarto y las sombras que proyectaban los muebles me parecían monstruos amenazantes. 
  Mi hermano era pequeño y con razón sentía miedo. 
  La tormenta se mezclaba con ruidos extraños. 
  Me pareció escuchar risas. 
  Me pareció oír "shhh…que se van a despertar..."
  Me pareció que esa noche entre sombras y ruidos se escapaba la última inocencia. 
  La mañana del 6 de enero de 1947 el sol entró a raudales en la casa. 
  Néstor, que siempre fue remolón para levantarse, fue el primero en correr hacia los zapatos. 
  Junto a sus botitas con plantillas del Dr. Scholl había una bicicleta. Una bicicleta de color celeste metalizado con rueditas de apoyo en la parte trasera. El asombro y la alegría no podían reflejarse mejor en su cara. 
  Junto a mis zapatos Guillermina blancos había una caja enorme con una muñeca Marilú. Casi temblorosa la tomé en mis brazos y acaricie sus rulos. 
  Veo a papá y a mamá contemplando la escena.
  Néstor se acordó de la comida de los camellos y fuimos al porche. No había nada, la palangana estaba vacía y unos terrones de barro ocupaban el lugar del pastito. 
  Esa mañana se restableció el orden que había perdido durante la noche y nunca más dudé de la llegada de los Reyes Mago. 
  Tal vez por eso, hoy 5 de enero del 2021, dejaré en un porche imaginario mis zapatos para que los Reyes Magos nos traigan salud, paz y que le lleven a Néstor en la estrella donde esté la sonrisa iluminada de sus nietos.