Parten de un pueblo del interior de Argelia, son dos amigos: Gerard, descendiente de un diplomático francés y Salim, hijo de un profesor musulmán. Las típicas ropas y turbantes no ocultan los rostros diferentes.
Hicieron una promesa hace varios años, llegar a la basílica menor de Notre Dame D’ Afrique, en Argel, la capital del país.
Debían
atravesar parte del desierto del Sahara, para lo cual se unieron a una gran
caravana de camellos, que llevaba muchas mercancías de valor.
El viaje de
aproximadamente de diez días, era dificultoso, pero ambos, jóvenes y llenos de
entusiasmo lo emprenderían.
A medida que
avanzaban, se presentaba un infinito mar de arena ardiente y pensaban que era
imposible evitar penurias y obstáculos.
Cada noche
armaban carpas, se alimentaban, el humo de las fogatas jugaba dándose formas que
se perdían en lo alto para atrapar las estrellas, muy luminosas, las risas del
grupo eran transportadas por la brisa.
Los días se
sucedían cada vez más cálidos y el sol como lenguas de fuego, que al abrazarlos
, los ponía más sudorosos y sedientos.
¡Qué notable
contraste el cambio del clima en el
desierto!
Faltaba poco
para llegar a destino, cuando fueron asaltados por integrantes de una tribu
nómade, hubo disparos y heridos, ellos fueron tomados prisioneros, se sintieron
vulnerables, qué les depararía el destino.
Llevados ante el jeque, pudieron comunicarse parte en francés y parte en la lengua del lugar, aclarado la causa del viaje, fueron liberados y continuaron solos, en ambos camellos.
Un día
después ya divisan la ciudad, sobre un acantilado que da a la bahía de Argel
,se erguía la basílica, esta de origen neobizantino.
Lugar muy
visitado por peregrinos, por tal motivo en el ábside se lee una inscripción: Nuestra
Señora de África ruega por nosotros y por los musulmanes.
Habían
cumplido la promesa y penetraron en ella a orar por La Paz de sus pueblos.
Muy bueno Irene!
ResponderEliminarMuy original relato,y acorde a la consigna, muy bien Irene ¡¡¡¡¡
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