Me gusta subir al auto, y dirigirme
hacia la costa del rio, allí estacionar y poner mi música favorita en el
celular.
Comienzo a dejar en libertar mi
imaginación, y a la vez observo el agua en calma, golpear suavemente sobre la
orilla.
Generalmente esto lo hago de mañana muy
temprano, la bruma cubre toda la extensión hasta lo más profundo, comenzando en
la costa hasta perderse en el infinito.
Entonces pienso en las historias que muchas
veces abran inspirado este panorama, el
rio, la bruma, la costa y el horizonte que solo encontrará su límite al tocar
la otra orilla a muchos kilómetros de aquí.
Por este lugar seguramente desfilaron
variados personajes, pescadores, enamorados, niños, familias, todas vidas
distintas y a la vez, variadas esperanzas y sueños suspendidos en el tiempo.
Recuerdo cuando era pequeña, los
domingos veníamos en familia a pasear por la ribera del rio, una fiesta para
todos.
Tengo presente, que siendo ya
adolescente pensaba en otras cosas, ya no solo chapotear en la orilla, sino
subir a una embarcación y comenzar a navegar sin un destino fijo, a cualquier
sitio y descubrir nuevos lugares, nuevas costumbres y aprender el idioma de
cada región, su forma de vida según sus posibilidades, su clima y lo que la
generosa naturaleza le brindara a cada uno de ellos. Acuden a mi memoria lo
estudiado sobre los colonizadores que vinieron a estas tierras, desde grandes
distancias rumbo a lo desconocido, de tierras muy lejanas y así construyendo
nuestra historia y la de miles de pueblos de América.
El río nunca supo de desperdicios, en él
se desarrollaron numerosas vidas, en él navegaron ilusiones, economías,
ambiciones de conquista.
En sus orillas aguardaban los indígenas
con sus lanzas, sus mitos y creencias, muchas veces fueron colonizados y otras,
salvajemente asesinados sin piedad.
Ahora vuelvo a la realidad, la música
sigue acompañándome desde mi celular, ya la bruma se disipó, el río una vez más
brilla en todo su esplendor, miro a lo lejos y me digo a mi mismo, otro día
volveremos y seguiremos hilvanando distintas historias a través de la mente.
Mientras el río sigue golpeando sobre la orilla guardando en su cauce los viejos recuerdos de sus orígenes.
Muy bueno Mirta
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