"Volver a los 15" de Matilde Robustelli
Los primeros tiempos fueron terribles: lo hablaba todas las semanas con mi terapeuta, lo analizaba en mis ratos a solas, había momentos en los que creía no poder salir de esa red de elucubraciones negativas que me tenía atrapada…Rogaba que se cerrara esa herida y pudiera resurgir.
Era inevitable volver siempre a mi fiesta de 15, tan soñada, tan esperada, planeada hasta los mínimos detalles. Mis padres no escatimaron recursos materiales, ni horas destinadas a la realización del evento. Todo fue perfecto. Mis amigos estaban felices al igual que todos los invitados; los regalos: increíbles. Al amanecer, nadie quería irse. Sentía que algo indescriptible recorría mi cuerpo, con un dejo de absoluta felicidad.
Al otro día, todavía emocionada, volé con mi madrina a Nueva York, era su regalo y lo habíamos planeado minuciosamente. Pasamos días increíbles, recorriendo barrios, comprando ropa y recuerdos, vivenciando otro estilo de vida. ¡Cómo lo disfrutamos! Pero, nunca olvidaré la noche previa al regreso.
Salí de ducharme y prontamente vi el rostro demudado de mi madrina, reconocí al instante que algo la preocupaba. Enseguida me dijo: Sentate, tengo que decirte algo. Ansiosa, espeté: Decime, decime.
-Tus papás tuvieron un accidente…
-Accidente? Dónde? Cuándo? Están internados? Pero si hablé con mamá ayer?
-Recién habló tu tía Marisa, se escuchaba mal, más tarde cuando regresemos de cenar nos llamará.
-Ok, agregué.
En la cena hablamos de temas triviales, pero mi percepción me decía que mi madrina sabía algo más. No quería mirar mi celular, por las dudas.
Todo lo que siguió después prefiero pasarlo por alto…
Han transcurrido diez años, tengo 25, fui elaborando el dolor, soy una mujer bien plantada, con muchos proyectos. Amo mi carrera.
Mis tíos Marisa y Nicolás me dieron mucho amor…
Todo quedó atrás, a pesar de la cruel verdad de lo que sucedía entre mis amados padres….
Creo en el amor y estoy decidida a ser feliz.
Era inevitable volver siempre a mi fiesta de 15, tan soñada, tan esperada, planeada hasta los mínimos detalles. Mis padres no escatimaron recursos materiales, ni horas destinadas a la realización del evento. Todo fue perfecto. Mis amigos estaban felices al igual que todos los invitados; los regalos: increíbles. Al amanecer, nadie quería irse. Sentía que algo indescriptible recorría mi cuerpo, con un dejo de absoluta felicidad.
Al otro día, todavía emocionada, volé con mi madrina a Nueva York, era su regalo y lo habíamos planeado minuciosamente. Pasamos días increíbles, recorriendo barrios, comprando ropa y recuerdos, vivenciando otro estilo de vida. ¡Cómo lo disfrutamos! Pero, nunca olvidaré la noche previa al regreso.
Salí de ducharme y prontamente vi el rostro demudado de mi madrina, reconocí al instante que algo la preocupaba. Enseguida me dijo: Sentate, tengo que decirte algo. Ansiosa, espeté: Decime, decime.
-Tus papás tuvieron un accidente…
-Accidente? Dónde? Cuándo? Están internados? Pero si hablé con mamá ayer?
-Recién habló tu tía Marisa, se escuchaba mal, más tarde cuando regresemos de cenar nos llamará.
-Ok, agregué.
En la cena hablamos de temas triviales, pero mi percepción me decía que mi madrina sabía algo más. No quería mirar mi celular, por las dudas.
Todo lo que siguió después prefiero pasarlo por alto…
Han transcurrido diez años, tengo 25, fui elaborando el dolor, soy una mujer bien plantada, con muchos proyectos. Amo mi carrera.
Mis tíos Marisa y Nicolás me dieron mucho amor…
Todo quedó atrás, a pesar de la cruel verdad de lo que sucedía entre mis amados padres….
Creo en el amor y estoy decidida a ser feliz.
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