"Prudencia" de Nilda Alaimo
Prudencia ayuda a su madre en los quehaceres de la casa. Barre el cordón de la vereda . Sabe a caldo desgrasado, a café descafeinado, a gelatina sin sabor. Se lava los dientes cuidadosamente, Se pone crema todas las noches. Tiene las uñas limpias, el escritorio donde hace sus tareas diarias ordenado. Cumple rigurosamente con lo que la maestra le indica. Acomoda su ropa prolijamente en el ropero, pone sus medias en bolsitas y las guarda en el tercer cajón, las bufandas en el cuarto. Pero…¿dónde guarda sus sueños?
Cocina para los amigos de sus hermanos cuando van a jugar al football los fines de semana, hace postres ricos para agasajarlos, los atiende efusivamente tratando de complacerlos. Es sentimental, tiene alma novelesca, sueña con amor y compañía.
Pero…hay una sensación indefinida que ella tiene cada vez que los ve, una sensación que no puede precisar, que le eriza el cuerpo, que a veces no lo puede disimular cuando se siente mirada y…ella…se sonroja.
Una sensación que le corre por todo el cuerpo y le afloja las piernas, le nubla un tanto la vista cuando alguno de ellos se le acerca y sin querer la roza.
Lo que ocurre es que, a pesar de todos sus desvelos, a pesar de sus esfuerzos por llamar quietamente la atención, por servirles lo que más les gusta para que la aprueben, no consigue que la valoren, que valoren sus virtudes, su abnegación, su sensatez, su discreción, porque es…¡irremediablemente fea!
Por ello guarda sus sueños y deseos incumplidos… en el primer cajón de la cómoda.
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