lunes, 25 de noviembre de 2019

El misionero por Norma Tozzi.


José Malévic, al que llamaban “el misionero”, decidió partir a la gran ciudad para vender sus tallas de madera. Tenían la forma de los animalitos de su tierra: pájaros, jaguares y yacarés. Les daba color con pigmentos que preparaba el mismo, con yuyos, polvos  o tintas de ciertas plantas.


Para viajar de forma  económica, concretó con un brasilero que cruzaba la frontera cada quince días.
 Habían hecho cierta amistad en la fonda del pueblo, donde ambos coincidían compartiendo mesa con un guisito carrero o un  trozo de asado de algún bicho del monte.
Guilberto Gimaraes se llamaba el hombre. Le contó entre vino y vino, que lo crió una cocinera tuerta, cuando su madre murió atropellada por un caballo desbocado. El rodó de sus brazos y solo sufrió pequeños rasguños. Desde entonces, ella lo fue todo para él.
A su madre la recuerda sola, tomando mate en el patio de su casa.
 Y le dijo que jamás volvió a saber de su padre, un mulato buen mozo y diestro bailarín, que gustaba de las mujeres, la cachasa y las fiestas.
En el pueblo se rumoreaba que el camionero, junto con la madera, llevaba contrabando. No se sabía qué, nadie vio nada, pero era un hecho.
En esa fonda tocaba el acordeón su amigo Jordán y  fue  quién lo entusiasmó para que viajara a Buenos Aires.
 ¡Era hermoso escucharlo!  El día que se despidieron parecía que del instrumento caían chorros de agua y peces…


Camino a la capital, José Malévic venía cebando mate. En un peaje cerca de Entre Ríos, los paró gendarmería.  Al misionero le arrebataron el bolso y volcaron todas sus tallas sobre el asfalto. Con la culata del arma, las fueron rompiendo una a una. ¿Buscando qué?
En un descuido, José echó a correr hacia el monte.


Sin mediar una voz de alto, un tiro certero lo dejó quieto en la ruta, ante la mirada azorada del contrabandista, que esa vez no llevaba nada ilegal.
A sus pies, los pequeños trozos de madera se perdían entre los altos yuyos de la banquina, en una ruta solitaria donde cantaban los  grillos ajenos a todo.



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