viernes, 29 de noviembre de 2019



         Así leyó Nilda "Ginebra" de Silvia Hopenhayn     


   Es una novela que habla del goce y del dolor de la iniciación de una joven de trece años con el agravante de su exilio en Ginebra, escapando de la dictadura . De exilio, de soledades y de lenguas entrelazadas,y de cómo a través de la lengua logramos ligarnos, equivocarnos, perdonar. 
  Ella, la protagonista, se inicia en el lenguaje, en el amor , en la amistad. Refleja el dolor por vivir, el placer de las palabras, el goce del descubrimiento de su cuerpo. 
  Ella se hace de un cuerpo a través del lenguaje afectivizado, le da corporeidad a las palabras. 
  Se cree un ser especial con atributos naturales. Así se pregunta “ a dónde van a parar las palabras” y le enorgullece poder captar el recorrido de las palabras desde que salen de la boca del que las pronuncia hasta el destinatario. Sacar la lengua es una forma de mostrar lo que se piensa antes de decirlo.. En su infancia pensaba que al moverse la lengua hablaba.. 
  Así llega a la conclusión, analizando el enigma del lenguaje, que el entendimiento humano son palabras iguales emitidas por distintas persona en un mismo momento .Siempre habla de empujar la voz de los otros. Ahora, en el exilio retrajo la suya .Usa gestos, gesticulaciones. “Lo no verbal rige su nuevas relaciones”. Las palabras tenían sentido en su tierra, en el exterior no tienen valor alguno. 
  El episodio de la aparición de la sangre con “la consagración de mis entrañas” la llevó a buscar algodones del palo borracho de la plaza. Al salir apurada ,casi es atropellada por un auto .La mujer que conducía, no supo si era él o ella, le mandó un improperio del cuál entendió el final “de puta” . Ello la llevó a darse cuenta que el género de la madre es indiscutible. El género fue lo primero que dividió su mundo de palabras. 
  “Qué es lo propio sino la pérdida “ Así como el exiilio es una condena el encuentro con lo distinto puede transformarse en una sorpresa. 
   El texto es lineal. Evidencia sus distintas vivencias .Los personajes secundarios son pocos pero fundamentales en la trama. 
   Un padre empeñado en decirle que aprenda unas pocas palabras en francés. .Cuenta su historia, la de un hombre cuyo objetivo era ser poeta , que había aprendido seis idiomas habiendo leído cuanto pasaba por sus manos, y que fue contratado como mensajero por un escritor uruguayo. Con el pago se compraba más libros. Y solía escribir poemas. Por razones económicas, debe volver a su hogar paterno . El escritor le da un sobre dirigido a una mujer. Era para Victoria Ocampo .Lo recomendaba para que le diera trabajo .En la revista Sur llegó a publicar traducciones un año más tarde. 
  Un abuelo que sobrevivía encerando pisos y que se le ocurrió hacer una fórmula irresistible para los ambientes .Ello le cambió su vida. Pero al padre no le interesaban los pisos lustrosos prefería devorar libros. 
  Una amiga JO, con un hogar huérfano de madre, a quién descubre por mirar ambas siempre hacia abajo .Hay intertextualidad. Se hace llamar JO como la hermana más rebelde de Mujercitas. Su madre se había suicidado en el lago al parir un niño muerto El cambio de las pantuflas es un rasgo de la proximidad y necesidad de cariño que tienen ambas. Comienza ahora el diálogo ya que se puede comunicar en el nuevo idioma. 
  El padre era un científico que investigaba el bing-bang. Ella imaginaba al padre de su amiga como emergiendo de un agujero del cielo como ella emergía en sus sueños sumergida de un vaso de leche chocolatada. Era febril su imaginación .Evidentemente extrañaba y aborrecía la comida en Ginebra. 
  JO le robó lo que consideraba su tesoro : el invento argentino; la birome .A raíz de ello la insultó ”CONNE “sin saber bien lo que significaba. Después de una semana de enojo le devolvió la lapicera y se amigaron nuevamente. 
  Conoce a Oliver Dusex Su presencia la turbaba favorablemente. Su nombre le abrió las puertas al francés. Dice que se dió un verdadero baño de lenguaje. De él recibió el primer beso.. Le pareció que desde ese momento podía hablar con mayor fluidez. Se comunicaban por medio de dibujos y de …besos.. 
  Una enemiga con tendencia a la droga, odiada al principio, pero necesaria luego para tener un espejo en el que mirarse. 
  Recuerda sus clases de francés cuando no entendía lo que le decían. Recuerda el frio intenso pero en Ginebra se sentía segura por la falta de amenazas. Añora a sus hermanos a los que les perdió el rastro. Recuerda sus clases de inglés y su enojo con un idioma que no señala al comienzo de la frase la interrogación. Lo compara con las autopistas que señalan las bifurcaciones. 
  Compara el uso del sótano en su tierra natal ,lugar donde se guardan las cosas viejas, las que están en desuso ,cubiertas de polvo. En cambio ,en Ginebra se guardaba el Futuro en un sótano. Bauleras impecables, paredes infranqueables, relucientes, puertas con planchas de hierro blindadas con ingreso digitalizado, sin ecos,. Allí se guardaba alimentos enlatados , chocolate ,agua, todo lo que podía servir para alimentar un futuro posnuclear. Por eso ella dice “ un país mete su pasado en el sótano y otro su porvenir”. Lo compara con las dos Alicias en el país de las maravillas. La primera con los sótanos argentinos puro azar. La segunda a Ginebra un espejo donde el futuro parece hacerse pedazos. 
  Desencuentros, pérdidas, frustraciones…Pero ella finalmente descubre que todo final tiene un comienzo, que toda crisis puede ser una oportunidad para renacer. 





                                                              




lunes, 25 de noviembre de 2019

El lugar por Mirta Fernandez.



 Me largo a caminar, sé que debo andar mucho, quizás varias horas, no sé cuantas, pero el lugar donde me dirijo queda muy lejos, me guía mi instinto y el deseo de ver a alguien, una persona que no conozco, nunca la vi, sólo sé de ella por historias narradas por mi madre, muchas veces con lágrimas en los ojos, aunque nunca me habló mucho de él, creo que ahora lo ha hecho porque su propia historia llegó a su fin. Aunque no es demasiado lo que sé, pero sí se que quiero llegar a ese pueblo pequeño y lejano, allá muy al norte y lejos de casa, aún no sé bien para que, curiosidad y ganas de volver a estar junto a ella, como si en ese lugar ella pudiera volver a mí. 
 El lugar ahora que lo recorro me parece fantasmal, silencioso, o más bien tenebroso, me rodean seres que no veo, sólo murmullos, cómo habrá sido cuando ella vivió aquí?
 Todo a mi alrededor parece no existir, estar y no estar, voces que oigo, pero seres que no se ven, sólo murmullos, silencios, sombras y nuevas voces muy débiles y diversas, como si vinieran de otro lugar, muy pero muy lejano, por momentos se acercan y luego se vuelven a alejar, hasta enmudecer totalmente. 
 Acabo de recorrer esta calles polvorientas, y sólo un pensamiento me acompaña, irme cuantos ante por donde llegue, lejos muy lejos de aquí. Pero hay sombras que frenan mis pasos, no quieren dejarme parir, quizás, yo deba quedarme, con todo este misterio que me rodea, todo en mí es temor y desconcierto, y solo quiero partir. 
 Mi cuerpo cansado no me responde, las sombras me rodean, me atrapan y siento que sólo quiero tirarme sobre esa tierra árido, seca y dormir.  




El misionero por Norma Tozzi.


José Malévic, al que llamaban “el misionero”, decidió partir a la gran ciudad para vender sus tallas de madera. Tenían la forma de los animalitos de su tierra: pájaros, jaguares y yacarés. Les daba color con pigmentos que preparaba el mismo, con yuyos, polvos  o tintas de ciertas plantas.


Para viajar de forma  económica, concretó con un brasilero que cruzaba la frontera cada quince días.
 Habían hecho cierta amistad en la fonda del pueblo, donde ambos coincidían compartiendo mesa con un guisito carrero o un  trozo de asado de algún bicho del monte.
Guilberto Gimaraes se llamaba el hombre. Le contó entre vino y vino, que lo crió una cocinera tuerta, cuando su madre murió atropellada por un caballo desbocado. El rodó de sus brazos y solo sufrió pequeños rasguños. Desde entonces, ella lo fue todo para él.
A su madre la recuerda sola, tomando mate en el patio de su casa.
 Y le dijo que jamás volvió a saber de su padre, un mulato buen mozo y diestro bailarín, que gustaba de las mujeres, la cachasa y las fiestas.
En el pueblo se rumoreaba que el camionero, junto con la madera, llevaba contrabando. No se sabía qué, nadie vio nada, pero era un hecho.
En esa fonda tocaba el acordeón su amigo Jordán y  fue  quién lo entusiasmó para que viajara a Buenos Aires.
 ¡Era hermoso escucharlo!  El día que se despidieron parecía que del instrumento caían chorros de agua y peces…


Camino a la capital, José Malévic venía cebando mate. En un peaje cerca de Entre Ríos, los paró gendarmería.  Al misionero le arrebataron el bolso y volcaron todas sus tallas sobre el asfalto. Con la culata del arma, las fueron rompiendo una a una. ¿Buscando qué?
En un descuido, José echó a correr hacia el monte.


Sin mediar una voz de alto, un tiro certero lo dejó quieto en la ruta, ante la mirada azorada del contrabandista, que esa vez no llevaba nada ilegal.
A sus pies, los pequeños trozos de madera se perdían entre los altos yuyos de la banquina, en una ruta solitaria donde cantaban los  grillos ajenos a todo.



Segundo tiempo por Matilde Robustelli.


Ni tres relámpagos que iluminaron el ambiente, ni un fuerte trueno que hizo vibrar todo, lograron que cada uno saliera de su ensimismamiento. La mesa del comedor fue testigo de sentimientos y pensamientos no compartidos. Cada uno en su mundo…y esto ocurría a repetición. Igual escenario, iguales actividades. Todo era así desde que Violeta abandonó el hogar para ir detrás de sus sueños.
-Qué te pasa-dije.
-Nada, me tiene que pasar algo- respondió él.
-Como estamos acá frente a frente y no me hablás- agregué.
-No se puede estar acaso en silencio?
-Sí, pero este silencio es eterno, desde que nos quedamos solos, te invadió por completo, respondés con monosílabos y nunca tenés tema.
Los días se sucedían con una rutina asfixiante. El trabajo de cada uno ponía algo de adrenalina en sus vidas.
Pasó algún tiempo, en el que no se avizoraban cambios, hasta que el wsapp de una de sus amigas del secundario, despertó a Clara de su letargo. La propuesta era más que tentadora. Harían un viaje para celebrar aniversario de recibidas, con la mayoría del grupo. Alistó todo, pidió licencia y dijo que sí. Faltaba comentárselo a Luis, cómo lo tomaría,  se sorprendería acaso? Fue más sencillo de lo que pensaba. Le pareció una buena idea: Te va a venir muy bien- acotó.
Los días volaron entre excursiones, largas sobremesas, bromas, confesiones. Así llegó el momento del regreso. A pesar de lo bien que lo había pasado sentía cierta necesidad de volver.
Arregló con una de sus compañeras para que la acercara a su casa y pensó que sería bueno avisarle a su marido del regreso y así lo hizo. En el transcurso del viaje habían intercambiado mensajes breves y muy puntuales acerca del funcionamiento de la casa. Lo justo y necesario.
Salían del aeropuerto con Marisa, charlando animadamente, traspusieron las puertas, cuando una presencia aceleró su corazón, era Luis. Te vine a esperar- dijo muy sonriente. Ah, agregué, igual Marisa me llevaba a casa. Bueno- pero aquí estoy.
 Más que volando, Marisa me saludó muy divertida y siguió su camino.
Mi marido no paró de hablar en todo el trayecto. Me sorprendía y mucho más cuando agregó : Te extrañé, sabés. Me vinieron muy bien estos días para reflexionar y ordenar mis pensamientos. Sorprendida, acoté: A mí también.

El pasaje por Irene Gitelman.


Estaba sentado frente a la verja.
Sin apuro.
Fumaba tranquilamente un cigarrillo.
Porque justo ahora pensaba en ella.
Había sido un amor lejano.
Y hoy aún lo recordaba cuando creía que lo había olvidado.
Coincidió con este otro encuentro.
Esta tarde conoció a Lucía, mediana edad, artista, creativa.
Pensó.
¿Será un nuevo romance?
Añoraba los años juveniles, apasionado, agitado, vibrante.
Pero, podría reiniciar otra etapa.
Las palabras calman su premura.
El corazón.
Ay, siempre listo para sentir.
Su cuerpo ardiente exigía.
Ella podría complacerlo?
El tiempo, siempre el tiempo.
Pasado, actual, futuro.
Traería ese sosiego a su vida.
Calma, paz, esperanza.
Un torbellino los une.
La pasión renovada insinúa otros momentos.
Se dejó sumergir en ella.
Sin pensar, sin esperar más allá.


Resonancias de Faulkner por Amalia Alaimo.



La luz de luna resbalaba sobre los escalones
Bajamos hacia nuestras sombras
El sendero estaba lleno de hojas ruidosas
Nuestros pasos se oían como vidrios rotos
La curiosidad nos llevó hasta la laguna
las aguas se movían en círculo como si alguien
hubiera tirado una piedra
las formas se movían lentamente

De pronto vi salir del centro de la laguna
una figura muy  conocida
cuando se levantó  se perfilo la imagen de Benjy
En su duermevela se había tirado al agua
salió todo empapado, era una noche calurosa
Benjy  olía como los ¨arboles; su ropa se tiño de verde
Buscaba la moneda perdida

jueves, 21 de noviembre de 2019


      "La Lluvia" relato de Nilda Badaracco



  Tres relámpagos iluminan la noche. Desde mi ventana alcanzo a ver algunas terrazas sucias, las medianeras de los edificios cubiertas de moho. Por ahora sólo relámpagos que encienden el cielo. Aún no llueve. Las puertas ventanas del balcón de enfrente se abren y una señora sale a recoger la ropa. Detrás de ella un hombre, supongo su marido, sale a ayudarla. Comienza a llover. Cae una fina lluvia sobre ellos en hilos paralelos, a veces formando torbellinos cuando el viento arrecia. Veo a ambos extendiendo los brazos y mirando hacia el cielo como recibiendo una bendición de esas primeras gotas que caen. Desbordan felicidad.
Sentada en la mesa del comedor frente a mi marido, tras un largo silencio y quizás, debo confesar, envidiando el cariño de esa pareja, le pregunto:
-Daniel. ¿Te diste cuenta que estuviste toda la tarde sin dirigirme la palabra, sin el menor gesto que reconozca mi presencia?
- (Silencio)
- ¡Daniel!, ¿Me estas escuchando?
- Si, claro. Pero no puedo desconcentrarme. ¡No le encuentro el final a mi novela!
- No le encontrás el final porque cada vez estás más alejado de la vida, de tu entorno, de las cosas cotidianas, de mí… ¡Fui complaciente con vos desde que dejé a mi querida familia en Holanda siguiendo tus pasos porque estaba enamorada profundamente. Pero…todo tiene un límite!
- ¡Vos sabías que te casabas con un escritor!
- Sí. Pero no con un personaje tan absorbido por su trabajo que se olvidó que tiene una mujer al lado que siente…que piensa…que tiene sentimientos .Me pregunto, ¿Dónde están las palabras que no nos hemos dicho? ¿Las caricias que no nos hemos dado? ¿No entendés que lo que no decimos, lo que no hacemos no muere. Queda como una herida que no se cierra, como una tristeza que nos llena de dolor?
¿No se te ocurrió pensar a vos, que sos un intelectual, dónde van mis sentimientos al no ser correspondidos? ¿Dónde quedan esas palabras contenidas que no me atrevo a expresar o en un soliloquio digo lo que siento y no me respondes?
Sabes dónde quedan y aprendé para tus novelas, en mi interior, en anhelos no alcanzados, en una angustia que me llena de temores, de incertidumbres, de amarguras…
- Pero Marisa ….¡Tienes todo! Confort, pas…
- No entendés . Me siento sola Me falta tu compañía, me falta compartir tus sueños, tus proyectos, a los que no tengo acceso por tu actitud .Siento que no formo parte de nada ni de nadie…¡Siento que mi existencia no tiene sentido!
Daniel sigue concentrado en su novela como si no me escuchara. Su silencio, su negación me produce un arranque de ira..
Tomo mi abrigo … mi cartera y… me voy.
Adiós…
Y allá me alejo…sin destino … bajo la lluvia…No la siento…me siento como esas gotas que caen a las alcantarillas sin saber su paradero…”lluvia en el corazón, lluvia en el alma”..



                                  

                      



Colabora en este número Mónica Alberti

El amor en internet

Y el amor?
pa donde fué?
salió de aldea española
y el rumbo se le perdió
buscaba alguna otra cosa
lo imposible, la pasión.
Dicen que el chino lo vió
y aquel chiquillo gitano
contó que estuvo en las redes
abrazando un corazón
Se ve que el muy huidizo
curtió la veta flamenca
en el mismísimo guasá
y haciendo memoria e viejo
se hizo un nudo en el peyejo
y entre el Instagram y el twiter
rodó por la web perplejo .
Ya con muchos moretones
pidió el asilo informático
en la embajá de un sitio
a la vuelta de la ná.
Ay si pudiera el Cristiano
zafar de tanto tirón
lo llevan pa qui y pa ya
y después de tantas vueltas
deambulando por el globo
lo tiraron cual tesoro
usao y desvencijao
sin aliento para ná.
Fue entonces que fue a pará
en la compu
de un buen niño
que lo pudo rescatá.
Imagino lo raspao lo roto y sucio
que se vino el pobre amor
con ese viaje espantoso
sin maletas sin avión
Caminó por videojuegos
que va, de allí se rajó
no hay lugar pa personajes
capaces de compasión.
Y así termina la historia
del flamenco y triste amor
con la aventura en las redes
que la internet le mostró.






            Revista "El puente" Año 29, en versión digital 


De la Palabra a la Pantalla
Editorial 2019



"Dichas o escritas, las palabras avanzan y se inscriben una detrás de otra en su espacio propio: la hoja de papel, el muro de aire. Van de aquí para allá, trazan un camino: transcurren, son tiempo" Octavio Paz, El mono gramático


       Este año ha sido  de pleno desarrollo  para el grupo en su aspecto cualitativo.
     Las relaciones de parentesco en la literatura y el cine fueron los ejes por los que circularon las lecturas, las interpretaciones y la producción de textos.
     En el comienzo un role playing, “la familia sale de vacaciones” generó un clima de apertura, sinceramiento y mucho humor. Después vino la investigación sociológica  en donde se abordaron temas vinculados con pertenencia a un grupo social, herencia, linaje y diversos aspectos vinculados con la dinámica  de las  relaciones sociales en otros tiempos y espacios.
     La lectura de “Pedro Páramo” de Juan Rulfo representó el primer desafío porque allí se desarrolla un proceso de ficcionalización de la oralidad en un tiempo detenido entre murmullos de ánimas en pena. El viaje a los orígenes, la búsqueda del padre, la culpa como carga se disuelven dentro del imaginario colectivo entre mitos e historias prehispánicas y populares.    
     Rulfo nos llevó a Cortázar y su cuento “La noche boca arriba”.
     La lectura de “Lo de papá” un cuento de Claudia Piñeiro  aligeró en cierta medida el esfuerzo que demandó la densidad literaria de Pedro Páramo.
     Miramos la película, dirigida por Carlos Velo, basada en la novela de Rulfo en donde Carlos Fuentes colaboró en el guion y que fue presentada en el festival de Cannes de 1967. En los créditos aparece el “Monólogo de Segismundo" de Calderón de la Barca.
     La poesía siempre presente  en nuestras reuniones esta vez con “Mi hija escribe desde Londres” de Paulina Vinderman. También la poesía visual, las escrituras asémicas en los cultores quilmeños como Claudio Mangifesta e Hilda Paz, sin dejar de lado a Oliverio Girondo ni a Felisberto Hernández.
     Siguiendo con la temática leímos “Distancia de rescate” de Samanta Schweblin en donde los aspectos estructurales podían homologarse con el estilo rulfiano.
     “Bulgaria” de Paulina Vindeman y otra vez la poesía.
     Ángela Pradelli y “El lugar del padre” nos introduce en una poética de la precariedad hacia la búsqueda de la propia identidad.
    “Carta al Padre” de Franz Kafka y el conflicto filial aparecen en este itinerario en donde recordamos “La Metamorfosis”.
     Regresamos a Cortázar con el cuento “Lazos de familia” para luego deleitarnos con “Salvatierra” de Pedro Mairal. El grupo sin excepción quedó atrapado y cautivado entre rollos de pinturas que narran una vida.
     La película que también atrapó por su temática y su belleza visual a todo el grupo fue “La Cámara oscura” dirigida por María Victoria Menis, 2008, basada en la obra de Angélica Gorodischer en donde está presente la poesía de Alfonsina Storni.
     El segundo cuatrimestre se dedicó a otra obra maestra de la literatura universal: “El sonido y la furia” de William Faulkner en donde con técnica revolucionaria para la época se narra la decadencia y final del linaje de una familia del sur de Estados Unidos. Miramos la película, 1959, dirigida por Martin Ritt y protagonizada por Yul Brynner, Joanne Woodward y Margaret Leighton adaptación libre de la novela de Faulkner. Terminamos el año con la lectura de "Ginebra" de Silvia Hopenhayn en donde así como el exilio puede ser una condena, el encuentro con lo distinto, la travesía de una sorpresa.
     Amigos, con la entrega de las producciones de las integrantes del grupo de "Té con verso" los invitamos a disfrutar de su lectura.






Así leyó Ginebra Irene Gitelman

   
  La historia de una joven de 13 años, relatada por ella misma; en una etapa del paso a la pubertad y al mismo tiempo emigrar de su tierra natal.
  Solo en palabras no dichas ella pone todo su dolor, su angustia, su frustración y enojo.
 El primer beso, su segundo sangrado, el despertar sexual.

 Las amistades nuevas y las que deja atrás.

 El idioma: sentirse extraña en un nuevo país.

 La rebeldía en el robo insignificante.

 La música como contacto.

 Romper otra vez el cordón umbilical y también compartir a su vez el sufrimiento materno.

Comparar, todo es comparar: comidas, idiomas, afecto, costumbres, trabajo, historia, política.

Un mensaje poético en parte frente al desarraigo.



jueves, 7 de noviembre de 2019


Ginebra 

Silvia Hopenhayn


"El agua de la tierra se evapora, el viento raspa las piedras, las hojas caen de los árboles, las palabras... ¿a dónde van a parar las palabras?"
         Novela del exilio con reminiscencias punk, novela de soledades y lenguas entrelazadas, Ginebra explora las vetas de la memoria de una niña de trece años que debe huir del país. Aterriza de golpe en una ciudad extraña que, a pesar de lo incierto, le abre un mundo de posibilidades. 
        Allí conocerá a Jo Haydn, coleccionista de uñas, hija del responsable del simulacro del big bang, huérfana de madre suicida. También a Oli Dusex, con quien tendrá su primera relación sexual. El cuarteto se completa con Amo a quien me ame, una joven drogadicta, dueña de una motocicleta rosa de vetas plateadas que la protagonista roba, desconociendo las consecuencias. Estos cuatro jinetes posapocalípticos giran alrededor del lago, como agujas de un reloj sumergido, dando rienda suelta a sus deseos y miedos, apurando la vida en una ciudad con huellas de Borges y gusto a chocolate, nieve y soledad. 
    ¿Cómo se establecen los vínculos más arraigados en la adolescencia? ¿Cuánto de la lengua permite ligarnos, perdernos, equivocarnos, renacer? ¿Qué es lo propio sino la pérdida? Porque así como el exilio puede ser una condena, el encuentro con lo distinto, la travesía de una sorpresa.  

Paratexto de Alfaguara, edición 2018.


         

Las casas son siete y están vacías


    Samanta Schweblin nos arrastra hacia Siete casas vacías y, en torno a ellas empuja a sus personajes a explorar terrores cotidianos, a diseccionar los miedos propios y ajenos, y a poner sobre la mesa los prejuicios de quienes, entre el extrañamiento y una "normalidad" enrarecida, contemplan a los demás y se contemplan.

   La prosa afilada y precisa de Schweblin, su capacidad para crear atmósferas densas e inquietantes, y la estremecedora gama de sensaciones que recorren sus cuentos han hecho a este libro merecedor del IV Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero.  



  Paratexto de la edición 2015 de editorial páginas de espuma