La poética de Amelia
Biagioni
Poesía
completa, Adriana Hidalgo editora.
Que la trayectoria de la poeta argentina
Amelia Biagioni comience pasados los treinta años bajo un seudónimo es una
señal que anticipa un gesto persistente: el deseo de invisibilidad, anudado a
una vocación poética indeclinable.
Biagioni
desarrolló su obra al margen de los mandatos habituales e independientemente de
las poéticas dominantes en la Argentina de la segunda mitad del Siglo XX. Lejos
del surrealismo y del invencionismo de los años cincuenta, del nacionalismo y de
la poesía social y comprometida políticamente de los sesentas, y del
objetivismo y el feminismo posteriores: la producción de Biagioni se gesta en
un lugar de desajuste, recurriendo a tradiciones tan diversas como
neorromanticismo, la vanguardia girondiana, el romanticismo alemán y la poesía pura
de Mallarmé.
Durante
la primera etapa de su producción-suerte de autobiografía sentimental- fue
comparada con Delmira Agustini, Juana de Ibarbourou y Alfonsina Storni. Luego
su obra cambia de manera absoluta. El poema se vuelve un espacio autónomo y el
lenguaje pierde poder de representación. Su poesía se convierte en "un espacio de reunión", tal como definiera Alejandra
Pizarnik, "en donde otros solitarios se reúnen, se reconocen (en tanto afuera
llueve y es invierno)"
La
obra de Biagioni avanza luego hasta ser considerada revolucionaria por sus
pares y leída con devoción por los poetas más jóvenes. El lenguaje se ve
sometido a torsiones en todos los planos, se expande en el nivel fónico,
incorpora otras voces, se vuelve intertextual, musical, pictórica; recurre a
variaciones tipográficas, desarrollos caligramáticos y a un uso más deliberado del blanco de la
página, entre otros recursos.
Como
le escribió Susana Thénon en una carta: “No sé cómo es que en un poema cabe el
universo. Pero sé que es así, y en muchos de los tuyos eso ocurre y para
siempre”.
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