jueves, 15 de noviembre de 2018


 La poética de Amelia Biagioni  
                                                                        Poesía completa, Adriana Hidalgo editora.

 Que la trayectoria de la poeta argentina Amelia Biagioni comience pasados los treinta años bajo un seudónimo es una señal que anticipa un gesto persistente: el deseo de invisibilidad, anudado a una vocación poética indeclinable. 
Biagioni desarrolló su obra al margen de los mandatos habituales e independientemente de las poéticas dominantes en la Argentina de la segunda mitad del Siglo XX. Lejos del surrealismo y del invencionismo de los años cincuenta, del nacionalismo y de la poesía social y comprometida políticamente de los sesentas, y del objetivismo y el feminismo posteriores: la producción de Biagioni se gesta en un lugar de desajuste, recurriendo a tradiciones tan diversas como neorromanticismo, la vanguardia girondiana, el romanticismo alemán y la poesía pura de Mallarmé.
Durante la primera etapa de su producción-suerte de autobiografía sentimental- fue comparada con Delmira Agustini, Juana de Ibarbourou y Alfonsina Storni. Luego su obra cambia de manera absoluta. El poema se vuelve un espacio autónomo y el lenguaje pierde poder de representación. Su poesía se convierte  en "un espacio de reunión", tal como definiera Alejandra Pizarnik, "en donde otros solitarios se reúnen, se reconocen (en tanto afuera llueve y es invierno)"
La obra de Biagioni avanza luego hasta ser considerada revolucionaria por sus pares y leída con devoción por los poetas más jóvenes. El lenguaje se ve sometido a torsiones en todos los planos, se expande en el nivel fónico, incorpora otras voces, se vuelve intertextual, musical, pictórica; recurre a variaciones tipográficas, desarrollos caligramáticos y  a un uso más deliberado del blanco de la página, entre otros recursos.
Como le escribió Susana Thénon en una carta: “No sé cómo es que en un poema cabe el universo. Pero sé que es así, y en muchos de los tuyos eso ocurre y para siempre”.



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