viernes, 30 de septiembre de 2022

 


Deseos por Irene Gitelman

Aquella noche de fiesta

la princesa tehuelche

entrega su alma

a un fuerte guerrero para siempre.

Mira al cielo azul diamante

las estrellas resplandecen

cual gemas de una tiara.

Las nubes mansas

avanzan sobre los picos nevados,

se confunden y dibujan

figuras fantasmagóricas.

En el sitio sagrado

los indios danzan frenéticos

otros tocan instrumentos tribales.

El cacique implora a la luna,

las mujeres gimen.

Una hoguera crepita

chispas de colores.

El perfume de los arbustos

Humedecidos los impregnan.

La pobre cautiva angustiada

espera su rescate.

Todos la ignoran,

un perro solitario

se acerca y lame sus manos,

ella sonríe, porque

ambos ansían cariño.

No comprende esta cultura,

paciente desea volver a los suyos.

La fiesta pagana se esfuma.

Otro amanecer se vislumbra

promesa de buenos augurios….



jueves, 22 de septiembre de 2022

 



Ni una menos por Amalia Alaimo 


  Elizabeth tenía dieciséis años cuando su padre salía todos los fines de semana a cazar perdices. Le gustaba acompañarlo, iba con él y con su perro de caza.

  La temporada de caza comenzaba en mayo. 

  Salían a la madrugada casi siempre los dos solos. En esa oportunidad, Pepe, su padre, invitó a un amigo. 

  Cuando asomaba el sol tomaban la escopeta, cargaban bolsos para poner las perdices y salían rumbo al campo. 

 Ese día llovía, el campo estaba desierto pero ellos igual intentaban hacerse de buena caza. Salieron a las seis de la mañana y llegaron al borde del arroyo.

 Papá me parece que hoy no tenemos suerte— dijo Elizabeth. Hay poca caza, seguramente no salen por el tiempo— le contestó él. El amigo de Pepe se adelantó, se distanciaron y lo perdieron de vista. Pepe le pidió a la hija que fuera a buscarlo porque tenía la sospecha que le había pasado algo.

 Ella lo encontró entre los pastizales, le extendió la mano, él se tiró sobre ella. La reacción de la muchacha fue rápida y certera, apuntó hacia su agresor y le dio un balazo en la pierna.  


 




viernes, 16 de septiembre de 2022

 


Huellas por Nilda Alaimo

Huellas, huellas...
son las que dejan en el alma
el encuentro genuino con los seres que amamos,
en los abrazos, en las escuchas, 
en el gesto amoroso que recibimos y devolvemos. 

Huellas son las que quedan en el alma
al sentirse apoyado por un ser querido
frente a los obstáculos que la vida nos plantea,
frente a las alegrías o penas compartidas.

Huellas son las que deja la abuela en el saquito tejido con sus manos
a través del cual transmite su amor, su saber, su sentido de la vida, 
el maestro cuando explica una y otra vez "el cuadrado de la hipotenusa es igual a..."
ya que deposita en sus almas su saber, su dedicación, su entrega...
las que deja una madre cuando ata las zapatillas de sus hijos semidormidos,
huellas de amor, de paciencia, de entrega...

Huellas son las que guardamos en el alma
en el recuerdo de los seres queridos que ya se fueron...
Huella es aquello que queda de nosotros en el otro
que lo ayuda a crecer, a ser más feliz, que lo ayuda a superarse
todo aquello que deja nuestra marca indeleble en su alma.




viernes, 2 de septiembre de 2022



La foto y después por Mirta Fernández 


  Era temprano, sabía que ella aun no estaría en el departamento, entró pensativo, ya en la sala encendió las luces de las lámparas, se quitó el abrigo, era una tarde fría y lluviosa, sacó del bolsillo de su pantalón el sobre que le había entregado el portero en cuanto lo vio llegar. 
  Estaba con sus pensamientos en cualquier parte, se sintió raro, como su de pronto la angustia lo invadiera y le recorriera todo su cuerpo. Entonces a su mente acudió la escena de aquella tarde de hace unos quince días atrás, era viernes o jueves, bien no lo recuerda, Diana le comunicaba que se iría el fin de semana con Eli su amiga de siempre, a Mar del Plata, se lo debo amor, había dicho, sabes que si no sale conmigo no tiene con quien hacerlo, podes aprovechar y salir a navegar con tu hermano, a mí mucho no me gusta acompañarte en otoño, era un buen plan, estuvo de acuerdo. Pero porque ahora pensaba en aquella tarde. Algo presintió. 
  Sí, ahora recordaba todo, cada palabra, cada gesto de Ella, analizaba el mínimo detalle, momento por  momento, ahí en sus manos temblorosas dentro del sobre estaba la respuesta a todo. 
  El aún no lo sabía. Sigue parado frente al ventanal. La vista es muy bella y más ahora que comienza a anochecer. Siente el temblor de sus manos, comienza a abrir el sobre, lentamente saca la fotografía que encuentra en su interior y ve a Diana sonriente, con esa sonrisa que demuestra la amplia dicha que vive en ese instante. Pero no la mira a ella, mira al hombre que en esa foto le está besando el cuello, el mismo que tantas veces él besó, hasta enloquecer de deseo. Bello y suave como ninguno. 
  Comprende. Junto a Diana esta su jefe, con quien comparte tantas horas diariamente. Amable, compañero, un jefe de diez según Diana.
  ¿Quién sacó la foto? ¿Quién se la envió?
  Poco a poco va tomando sentido. 
  Eli, la amiga inseparable, siempre al lado de Diana admirándola, alagándola como si Diana fuera perfecta. 
  Sí, ahora todo tiene sentido, una mala jugada de Diana y una coartada perfecta utilizada por Eli para destruirla.
  Se queda atónito, parado mirando hacia cualquier parte. 
  Diana llegó hace ya un rato, la observa, él no la escucho entrar. La observa como si observara el espectáculo de sus pensamientos, imagina que algo malo esta sucediendo. 
  Él se vuelve y la mira, sus ojos están llenos de lágrimas, cargados de rabia y dolor, quiere decirle tantas cosas, pero solo pasa a su lado sin hablarle. Necesita tomar aire, pensar, siente que va a enloquecer. 
  Diana camina hacia el ventanal, ahí sobre la alfombra ve la foto, la toma lentamente. 
  Comienza a comprender. 
  El destino jugó una doble partida.
  ¿Cuál es el después?