miércoles, 23 de junio de 2021

 


"La promesa" por Irene Gitelman

    Parten de un pueblo del interior de Argelia, son dos amigos: Gerard, descendiente de un diplomático francés y Salim, hijo de un profesor musulmán. Las típicas ropas y turbantes no  ocultan los rostros diferentes.

    Hicieron una promesa hace varios años, llegar a la basílica menor de Notre Dame D’ Afrique, en Argel, la capital del país.

    Debían atravesar parte del desierto del Sahara, para lo cual se unieron a una gran caravana de camellos, que llevaba muchas mercancías de valor.

    El viaje de aproximadamente de diez días, era dificultoso, pero ambos, jóvenes y llenos de entusiasmo lo emprenderían.

    A medida que avanzaban, se presentaba un infinito mar de arena ardiente y pensaban que era imposible evitar penurias y obstáculos.

    Cada noche armaban carpas, se alimentaban, el humo de las fogatas jugaba dándose formas que se perdían en lo alto para atrapar las estrellas, muy luminosas, las risas del grupo eran transportadas por la brisa.

    Los días se sucedían cada vez más cálidos y el sol como lenguas de fuego, que al abrazarlos , los ponía más sudorosos y sedientos.

¡Qué notable contraste el  cambio del clima en el desierto!

    Faltaba poco para llegar a destino, cuando fueron asaltados por integrantes de una tribu nómade, hubo disparos y heridos, ellos fueron tomados prisioneros, se sintieron vulnerables, qué les depararía el destino.

    Llevados ante el jeque, pudieron comunicarse parte en francés y parte en  la lengua del lugar, aclarado la causa del viaje, fueron liberados y continuaron solos, en ambos camellos.

    Un día después ya divisan la ciudad, sobre un acantilado que da a la bahía de Argel ,se erguía la basílica, esta de origen neobizantino.

    Lugar muy visitado por peregrinos, por tal motivo en el ábside se lee una inscripción: Nuestra Señora de África ruega por nosotros y por los musulmanes.

    Habían cumplido la promesa y penetraron en ella a orar por La Paz de sus pueblos.






jueves, 17 de junio de 2021

 


"El río" de Mirta

    Me gusta subir al auto, y dirigirme hacia la costa del rio, allí estacionar y poner mi música favorita en el celular.

    Comienzo a dejar en libertar mi imaginación, y a la vez observo el agua en calma, golpear suavemente sobre la orilla.

    Generalmente esto lo hago de mañana muy temprano, la bruma cubre toda la extensión hasta lo más profundo, comenzando en la costa hasta perderse en el infinito.

    Entonces pienso en las historias que muchas veces  abran inspirado este panorama, el rio, la bruma, la costa y el horizonte que solo encontrará su límite al tocar la otra orilla  a muchos kilómetros de aquí.

    Por este lugar seguramente desfilaron variados personajes, pescadores, enamorados, niños, familias, todas vidas distintas y a la vez, variadas esperanzas y sueños suspendidos en el tiempo.

    Recuerdo cuando era pequeña, los domingos veníamos en familia a pasear por la ribera del rio, una fiesta para todos.

    Tengo presente, que siendo ya adolescente pensaba en otras cosas, ya no solo chapotear en la orilla, sino subir a una embarcación y comenzar a navegar sin un destino fijo, a cualquier sitio y descubrir nuevos lugares, nuevas costumbres y aprender el idioma de cada región, su forma de vida según sus posibilidades, su clima y lo que la generosa naturaleza le brindara a cada uno de ellos. Acuden a mi memoria lo estudiado sobre los colonizadores que vinieron a estas tierras, desde grandes distancias rumbo a lo desconocido, de tierras muy lejanas y así construyendo nuestra historia y la de miles de pueblos de América.

    El río nunca supo de desperdicios, en él se desarrollaron numerosas vidas, en él navegaron ilusiones, economías, ambiciones de conquista.

    En sus orillas aguardaban los indígenas con sus lanzas, sus mitos y creencias, muchas veces fueron colonizados y otras, salvajemente asesinados sin piedad.

    Ahora vuelvo a la realidad, la música sigue acompañándome desde mi celular, ya la bruma se disipó, el río una vez más brilla en todo su esplendor, miro a lo lejos y me digo a mi mismo, otro día volveremos y seguiremos hilvanando distintas historias a través de la mente.

    Mientras el río sigue golpeando sobre la orilla guardando en su cauce los viejos recuerdos de sus orígenes.







miércoles, 2 de junio de 2021



 

"La inefable narradora" de Matilde Robustelli

 

    Cuando era niña, en las tardes cortas y frías del invierno pampeano, compartía horas con mis abuelos maternos mientras mis padres, maestros, estaban en la escuela.

    Al calor de la cocina de leña, hacía mis tareas pero a la hora de la merienda, ya estaba lista para disfrutar de las historias de mi abuela Matilde, no me las quería perder, salvo los fines de semana que disfrutaba con amigos de juegos y encuentros en casa o en el parque.

    Me encantaba escuchar sus relatos acompañados con ese gracejo tan típico, tan andaluz, tan gracioso. Le pedía que me tradujera constantemente y de a poco me iba apropiando de esos vocablos nacidos al amparo de la multiculturalidad de su tierra fantástica, tan árabe, tan gitana. Sus relatos se ambientaban en Ronda, en Cádiz, en Málaga, en Sevilla, en los pueblos blancos, en la chispeante Jerez de la Frontera. Todo ese mundo de campesinos, que tras sus labores en el campo, generoso de frutos, se reunían a cantar y a compartir charlas impregnadas de historias trágicas de toros, de amores contrariados, de injusticias de los poderosos, de los dueños de los cortijos, del cura del lugar, las fiestas religiosas, las historias de Alfonso XIII.

    Si había algo que humedecía sus ojos era hablar de la emigración, del momento en que fue imperioso dejar su tierra. De la llegada a América, primero a Brasil y luego definitivamente a Argentina y un peregrinar entre Santa Fe y La Pampa, su tierra de elección y de liberación, adónde viajó con sus dos pequeños hijos contratada para trabajar en una estancia, tan parecida a la Dehesa de su infancia y adolescencia. Allí encontró el amor, se sintió plena, pese a los sacrificios y a la vida dura. Mi abuelo, vivió enamorado de ella como el primer día y ella sintió protección y amparo.

    Nacieron tres hijos, entre ellos mi mamá.

    Al crecer, noté que las historias españolas, llegaban hasta un tiempo, así como las historias argentinas cubrían la niñez , adolescencia y juventud de mi madre y tíos. Siempre quise a mis cuatro tíos por igual, es más, mi tío español fue mi padrino y un consentidor de aquellos.

    Con la adolescencia, me llené de actividades y responsabilidades hogareñas y en el colegio. De todos modos cada semana encontraba un hueco para ir a merendar con la abuela y disfrutar de sus graciosas narraciones, me parecía que iban creciendo en personajes y sucesos costumbristas aunque también comenzó a incursionar en lecturas argentinas e hispanoamericanas, le apasionaba leer el diario y hablar de política. Estuvo muy feliz cuando elegí la carrera de Letras aunque significara en cierto modo poner 600 kilómetros de por medio y disfrutar de meriendas literarias de cuando en cuando, cuando los feriados largos lo posibilitaban.

    Así pasaron muchos años de encuentros breves, la vida me ubicó en otros lugares, nos escribíamos cartas y hablábamos por teléfono hasta que sobrevino su muerte a los 90.

    Años más tarde, mi mamá me alcanzó una caja de recuerdos para que los tuviera, los atesoré pero no los abrí sino mucho tiempo después.

    Comencé a planear un viaje en el que recorrería Andalucía, no quería perderme de conocer su pueblo: Jerez de la Frontera. Encontré parientes que corroboraron muchos relatos y agregaron algunos elementos de color a las historias. Recorrí su Dehesa del Salto al cielo. Tan famosa que hasta figura como su lugar de nacimiento. Incorporé y corroboré datos, quedaron muchos interrogantes porque sus contemporáneos ya no vivían…

    Al regresar, abrí los recuerdos que me dejara mamá, amanecí leyendo todo, sacando conclusiones y en especial reconstruyendo su historia. Pude completar los períodos omitidos por ella y me enorgullecí de su lucha por ser feliz, lejos de los mandatos familiares, buscando ser, amar y vivir.