miércoles, 27 de mayo de 2020


                                                   "La palabra que sana"

Hoy escribe Norma Tozzi...


Sucedió en Mayo

    En mayo de 1910, la abuela desembarcó en el puerto de Buenos Aires.
    Según sus decires, era un día de lluvia menuda y fría.
    Allí la esperaban sus hermanos, y solo verlos, les pidió conocer la plaza de Mayo. ¿Cómo sabía de su existencia? Muy sencillo: en esos días llegaría al país en representación del Rey, otra española, la Infanta Isabel de Borbón.
    En el barco que la trajo, solo se hablaba de eso…
  Pero ese día no pudo ser, pues toda la ciudad era un caos. Tranvías, carruajes, unos pocos automóviles y gente, mucha gente que se movía a izquierda y derecha, para arriba y para abajo, en los preparativos de tan esperada celebración, el Centenario de la Revolución de Mayo.

   Un domingo cualquiera, meses después, con un familiar logró conocerla y transitar sus senderos, mientras saboreaba unos churros comprados en esa avenida tan española, y cuyo sabor le trajo el recuerdo de su añorada tierra.
   También en mayo, pero de 1920, nacía su única hija, mi madre.

   Este 2020, en un día de sol y cuarentena, cumplió sus maravillosos cien años.
   Esperamos una primavera más benigna, que permita agasajarla junto a su tribu.
   Y que recuerde el paso de tantísimos años.
  En ellos conoció los albores de la aviación, el nacimiento de la radio, la televisión, el teléfono, la heladera eléctrica, los objetos de plástico, la leche envasada, los fideos, el arroz y las galletitas en paquetes, la construcción del obelisco, las telas que no se planchan, los pantalones femeninos, el gas, la fotografía casera, el cine sonoro, la bikini, las vacunas, el subte, los shopping, la computación, los celulares, el delívery, las heladerías con mil sabores, los bancos con sus cajeros, las tarjetas de débito y crédito, el divorcio, la tomografía y la ecografía, la jubilación, el voto femenino, el bypass, los C.D. las huellas digitales, el sifón, el Magiclick, el láser, la birome, los semáforos…pasó del Ford a “bigote” a los veloces coches japoneses, de los quince días que tardó su madre en cruzar el Atlántico, a tan solo las doce horas que le demandó volar hacia aquellas tierras, y conocer sus ancestros.

  De aquel mayo lluvioso de 1810, a este mayo de 2020, pasaron más de dos siglos.
 De ese villorio rodeado de quintas, con calles de tierra, el río lamiendo sus casas bajas, las humildes iglesias, con un teatro de adobe y el orgulloso Cabildo que aún luce su blanca fachada, pasó a ser la ciudad próspera que hoy conocemos, una de las más lindas del mundo. Con edificios que tocan las nubes, avenidas arboladas donde corren veloces los autos, cientos de cines y teatros, barrios como Palermo, Puerto Madero, Recoleta, Flores, San Telmo, con los adelantos de las grandes metrópolis, pero donde todavía se respira cierto aire pueblerino; eso que la hace amable y tan querible para los que la habitan, los que la visitamos asiduamente y los ajenos que la recorren ávidos y deslumbrados.

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4 comentarios:

  1. Me pareció muy interesante, tan narrativo de una época, y en este caso nada menos tratandose de una historia real.Y como siempre muy bien contada por Norma,felicitaciones.

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  2. Me pareció excelente, una narración perfecta de una época,y lo mas interesante q sea una historia real.Y como siempre muy bien contada por Norma.

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  3. Historia individual, personal y sentida junto a la historia colectiva plena de saberes y reminiscencias. Norma puede integrar en un registro sensible los acontecimientos más significativos iluminando las palabras en el texto.

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  4. Como siempre muy bueno,exelente redacción y detalles q nos llevan a su historia de años y momentos vividos,felicitaciones Norma.

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